Sudoración excesiva o hiperhidrosis.
La exageración de una respuesta biológica que interfiere en nuestra vida
La sudoración excesiva o hiperhidrosis es un trastorno cutáneo frecuente y treméndamente limitante para los pacientes que lo sufren. En función de la zona en la que se manifiesta condicionia mucho las relaciones personales, sociales, laborales e incluso lúdicas. Especialmente molesta es cuando se manifiesta en regiones como las manos Dificulta incluso la tarea más sencilla o convierte al simple hecho de dar la mano en una tortura psicológica. En zonas como la axila puede provocar cercos en la ropa que condicionan tanto nuestra actividad física como la manera de afrontar un acto o evento social.
¿Qué desencadena el exceso de sudoración?
La hiperhidrosis se manifiesta en los pacientes que la sufren como una sudroación excesiva al exponerse a los estímulos que la generan (calor, ejercicio…). El estrés o la ansiedad pueden también desencadenarla. Justamente el estrés que genera en los pacientes el saberse afectos de este trastorno no hace más que cerrar el círculo y empeorar el problema. En casos excepcionales la hiperhidrosis puede ser la manifestación de enfermedades internas. Problemas de tiroides o ciertos tumores pueden ser responsables de su aparición, aunque son causas mucho menos frecuentes.
Los productos tópicos e Iontoforesis acostumbran a ser insuficientes
En la actualidad la hiperhidrosis puede abordarse con diferentes tratamientos. Lo habitual es comenzar con productos tópicos, básicamente soluciones de clorurio de aluminio hexahidratado. Estos productos, aplicados tópicamente absorben el “exceso de sudoración” como lo haría un papel secante. La limitación de este tratamiento es que por el residuo que deja su aplicacióni es poco práctico en zonas como las manos y que en casos de sudoración profusa resulta insuficiente.
Otra alternativa “tópica” es realizar tratamientos de Iontoforesis. Introduciendo las zonas afectas (normalmentre solo aplicable a palmas y plantas) en una cubeta con agua salina y aplicando unas leves corrientes se consigue, en algunos pacientes, frenar temporalmente el exceso de sudoración. Esa temporalidad del efecto, la necesidad de repetirlo con cierta asiduidad y las molestias que generan su aplicación, son un inconveniente para convertir este tratamiento en una elección adecuada para todos los casos.
Tratamientos sistémicos: los fármacos que controlan el sudor
En casos de hiperhidrosis muy manifiesta o sobre todo en casos de sudoración generalizada se puede optar por tratamientos sistémicos. Los fármacos que se utilizan habitualmente pertenecen al grupo de los anticolinérgicos y betabloqueantes. Estos tienen un efecto directo reduciendo la transmisión del impulso nervioso que estimula la producción y liberación del sudor. Además de ello estos fármacos pueden ayudar a controlar el factor “ansiedad” asociado y con ello romper el círculo vicioso que esta genera. El problema más importante de estos fármacos son los efectos secundarios que pueden provocar. Sensación de mareo, boca seca, alteraciones del ritmo cardíaco, retención urinaria no son infrecuentes y son la causa de que muchos pacientes decidan suspender el tratamiento.
La cirugía: una opción definitiva
La cirugía ofrece también alternativas terapéuticas a este problema. La simpatectomía consiste en cortar los nervios responsables de transmitir el impulso nervioso a la glándula. Generalmente se realiza mediante la introducción de un laparoscopio (tubo con fibra ótpica para visualización) en el tórax. Es especialmente para el tratamiento de la hiperhidrosis palmar y/o plantar. Entre los principales inconvenientes de esta técnica se encuentra la necesidad de realizarla bajo algún tipo de anestesia (general o epidural). Además los efectos secundarios o complicaciones si bien infrecuentes pueden resultar molestos (neumotórax, cicatrización anómala, etc…). De entre ellos uno de los más temidos es la infrecuente pero muy limitante hiperhidrosis compensatoria. Consiste en el desarrollo de una sudoración excesiva en otra zona del cuerpo. No es infrecuente que afecte al tronco siendo tan o más molesta que la que motivó la cirugía, hecho que hace reconsiderar esta opción a muchos de los pacientes.
MiraDry: eficacia pero a un coste excesivo
En los últimos años ha aparecido una tecnología orientada a destruir las glándulas de sudor. Se trata de las microondas focalizadas. A través de un calentamiento del tejido de la zona a tratar consiguen dañar y con ello inducir la desaparición de estas glándulas. En una o dos sesiones de tratamiento reducen o eliminan de forma definitiva la sudoración de la región axilar, zona para la que está indicado dicho equipo. Otra de las tecnologías utilizadas a este fin son los ultrasonidos focalizados. Al igual que las microondas destruyen las glándulas de sudor a través del calentamiento local que inducen. Los inconvenientes principales de estas modalidades terapéutica son tanto el dolor que inducen como su coste.
Las toxinas neuromoduladoras
Son sustancias que infiltradas localmente bloquean la liberación de sudor por las glándulas sudoríparas. “Es como si cortásemos la corriente que llega a una bombilla”. Estas sustancias se utilizan también para corregir y prevenir las arrugas de expresión. La zona tratada deja de transpirar hasta que esa conexión se recupera, momento en que se repite el tratamiento. Dada la rapidez y sencillez de realización, el bajo coste y la larga duración de sus efectos (hasta 12 meses) es nuestro tratamiento de elección para la corrección de la hiperhidrosis axilar. La mayor complejidad, molestia y coste y la menor duración del efecto en palmas y plantas nos llevan a recomendar alguna de las otras opciones en estos casos.